domingo, 13 de diciembre de 2020

MIS OBRAS EN REVISTA DE ARTE

EN LA REVISTA ARTEPOLI 

"DE LA SELVA A LA URBE" ARTICULO SOBRE MIS OBRAS  POR ÁNGEL ALONSO

El artista plástico y gestor cultural cubano, Ángel Alonso, en la revista Artepoli (edición XXVIII) ha hecho un articulo sobre mis obras, que resume como síntesis lo que busco con ellas y mis influencias artísticas.








De la selva a la urbe

La obra de Eloy Añez Marañón 

Ángel Alonso

Cuentan que el comerciante cauchero peruano de ascendencia irlandesa, Fermín Fitzcarrald, movió un barco de vapor a través de una franja de tierra que luego llevaría su nombre. Lo que no se dijo es que aquel barco era de sólo 30 toneladas y lo movieron dividido en piezas.

No fue, como en la película Fitzcarraldo, un barco de 320 toneladas sobre los hombros de cientos de indígenas hipnotizados por una ópera que Brian Sweeney Fitzgerald – una versión del personaje real -ya no peruano sino irlandés de pura cepa- interpretado por Klaus Kinski, les hiciese escuchar. No, mi querido Herzog1, ni siquiera la voz de Caruso tiene el poder de encantar a los supuestos «indios malos, brutos y asesinos de los pobres blancos que andan por acá… ¡de casualidad!» como dice irónicamente Leo Masliah.

Occidente lo tergiversa todo y detrás está su intención de superioridad, su espíritu colonialista. Así, Picasso copia superficialmente unas máscaras africanas y «funda» el cubismo. La tendencia general es valorar como artesanía, despectivamente, a toda la producción artística del sur, sea africana o latinoamericana.

Eloy Añez Marañón es un artista boliviano que vive en Barcelona y su obra, lejos de haber sido devorada por occidente, parece venir a recordarnos que, no solo el oro y las riquezas, sino también la figuración de artistas de la talla de Gauguin, por ejemplo, tiene sus orígenes en sitios alejados de los grandes centros de arte, en esos parajes que hoy llamamos Tercer Mundo.

El color de la selva sudamericana, los animales que en ella habitan y se consideran sagrados por algunas tribus indígenas (como el tucán, que para algunos pueblos indígenas representa el vínculo entre el mundo de los vivos y el de los espíritus, o el jaguar, presente en la mitología amazónica) se funden en sus pinturas con los sistemas de representación creados por las primeras vanguardias.

Hay un recurso muy utilizado por Delaunay, consistente en dividir las formas abstractas en varios colores (a través de una línea o contraste de planos) que sirve a Eloy para interpretar la vegetación, o para sugerir las pinturas faciales de algunos retratos. Otro recurso, en este caso típico de los cubistas, que está presente en su obra, es la secuencia de planos para descomponer las formas, estas asimilaciones formales, heredadas también del rayonismo y otras vertientes del futurismo, son elementos para construir un discurso propio en el que la autenticidad queda en primer plano. No hay nada artificial aquí, no existe ninguna pose intelectual, ni ningún trasfondo a descubrir que necesite explicaciones eruditas. Lo que ves es lo que es. Es quizás eso lo que nos sorprende, salir un poco de ese supuesto arte contemporáneo plagado de símbolos ininteligibles, saturado de sofisticadas y artificiales metáforas.

Aquí la poesía es la del color, la de las sensaciones y no la de los trucos mentales. Ya sé que a menudo son cuadros complejos en el sentido compositivo, porque contienen muchas figuras compartiendo el mismo plano, pero el artista se las arregla a través de una combinación de inteligencia y corazón, como Chagall. O como si fuese un músico barroco, coloca muchas notas pero siempre en armonía, y cuando hay disonancias es para afirmar el sentido del cuadro, su discurso.

Sin pretenderlo, o tal vez con consciencia de causa pero con mucha sutileza, estos cuadros resultan indirectamente, en el fondo, muy políticos. Y cuando hablo de política no me refiero al panfleto con el cual se asocia al mal llamado arte político, del que está muy lejos nuestro artista, un artista de una pureza contundente, bien alejada de todo tipo de oportunismo. Me refiero a que al visibilizar una realidad que se trata de ignorar, al destacar y recrear fuentes de belleza ignoradas por el euro-centrismo y el poder, termina siendo (quiéralo o no) un rebelde, un subversivo. Y si el contenido de un cuadro está determinado, además de por su imagen y demás elementos, por el sitio donde se expone, entonces una imagen aparentemente hedonista, puede ser mucho más subversiva que un Banksy, que sólo finge serlo, cuando a todas luces podemos ver que es un negocio muy bien montado.

Hay una mala utilización del término «arte contemporáneo» al asociarlo únicamente con medios expresivos propios del arte conceptual, en realidad todo arte es contemporáneo a su tiempo; quienes ahora pintan, como Eloy, también deben estar representados en la contemporaneidad.

La tendencia al uso del color estridente lo emparenta con los fauves, aquellos revolucionarios del arte que con sus enérgicas pinceladas renovaron la pintura. En cuanto a la simbología utilizada se emparenta con cierta vertiente del surrealismo, pero lo que más salta a la vista en su obra no son estos elementos formales, lo que más le define es su integración con su pueblo, al autorepresentarse con una poronga (elemento que se coloca sobre la cabeza para iluminar el camino, parecido a un casco de minero), cuya lámpara de keroseno contiene pintada la bandera de Bolivia.

Según sus propias palabras, desde que vino a Europa quería mostrar en sus pinturas a su gente, «a aquellos olvidados de siempre, los campesinos sobre todo, los siringueros, los extractores de la goma, el caucho natural conocido como siringa»

En sus comienzos la temática de su obra se basaba en el entorno y la vida de los siringueros, quería, mediante su pintura, reivindicar el aporte histórico y económico de estos trabajadores a Bolivia. Luego se ha ido ampliando a otros temas, pero sigue estando presente, en su trabajo, la afirmación de su cultura.


Notas:

1Werner Herzog, director de la película Fitzcarraldo (1982).


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