Entrevista realizada por el Director de la revista Catalina de Barcelona a Eloy Añez y publicada en la edicion de febrero-marzo de 2010
El pintor de los siringueros
Autor: Sergio Andreo - Fecha: 10/03/2010
Nacido en Pando, en la región amazónica boliviana, Eloy Añez es un artista que se inició en la pintura a través de su admiración a Picasso. Un cuarto de siglo después logra hacer realidad su sueño de mostrar fuera de su país la dureza de la labor de los trabajadores del tradicional oficio de su pueblo: los recolectores de caucho, una actividad que ha sufrido una gran decadencia, y lo hace en Barcelona, donde reside desde hace ocho años. Eloy Añez se define como un pintor autodidacta, que aprendió el arte leyendo libros que le llegaron desde Europa. También recuerda que su primera exposición tuvo la crítica de un historiador que lo acusaba de pintar cosas que no había visto, cosas europeas. “Me dolió mucho en ese momento, pero también me hizo reflexionar y entonces dije ‘¿por qué no hacer de lo local algo universal?’, y desde ese momento decidí mostrar el arte pandino en donde me encuentre, desde una visión alejada del arte típico y folclórico, pero sí de contenido social, artístico y cultural reivindicando la lucha, el esfuerzo, los sueños y las esperanzas del hombre amazónico, siringuero, castañero y de defensa de la naturaleza y de los indígenas de esa parte del territorio boliviano. Así surgió el tema del caucho en mis cuadros. Hago otro tipo de obras, pero esta me motiva más” nos comentó el artista, a modo de presentación, antes de inaugurar su muestra en la sede de Fedelatina.
¿Como se recolecta o produce el caucho?
Rayando o haciendo una incisión en el árbol de siringa que produce látex, la savia, y es esa savia la que se recolecta en un recipiente a la que luego se le hará un proceso de ahumado con leña verde para que coagule. Ese era el método tradicional, el que yo muestro en mi obra.
¿Cómo se muestra esto, o los siringueros, a través del óleo?
Los pongo en personajes, tal vez ausentes, pero que siempre están presentes: el mito y la leyenda. Por ejemplo tenemos la leyenda de la Madresiringa, que es una mujer que protege los árboles y le da producción al siringuero que se porta bien, pero al que se porta mal lo castiga. Está también el mito de la flor de patujú, la heliconia, una flor muy representativa del departamento de Pando. Hay una creencia de la gente que dice que la mujer que está embarazada no coge esta flor porque el bebé le saldría mujer. Una creencia machista, pero que tiene que ver con la incorporación del hijo varón a los procesos de producción del caucho. Entonces yo muestro esa parte, el esfuerzo, la labor de hacer la bolacha (esa masa de caucho en bruto, tal como se cuaja una vez extraído el látex), el rayado, el transporte, y lo muestro a mi estilo. No lo hago típicamente, lo que sería un hombre trabajando. Reivindico la tradicional recolección del caucho. Un oficio en extinción… Su auge estuvo en las primeras décadas del siglo XX, en 1902 la posesión del caucho llevó a dos pueblos hermanos, Bolivia y Brasil, a una contienda bélica, la Guerra del Acre. A mediados de ese siglo comenzó a bajar la producción de caucho y ya en 1984 no hubo más mercado en Bolivia porque dejó de ser natural y comenzó a producirlo el este asiático. Así fue que se produjo la emigración de la gente del campo a la ciudad, con sus consecuencias lógicas. Hoy en día, tras la caída del precio del caucho en el mercado internacional, sólo quedan las huellas de una época quimérica que significó mucho para los pueblos amazónicos de América del Sur.
En Brasil la producción del caucho tuvo formas de esclavitud ¿cómo fue en Bolivia?
Cuando se dio el auge del caucho pasó también en Bolivia, el siringuero nunca fue dueño de su propia producción. Produce para un patrón, para pagar una deuda que se convierte en interminable. La esclavitud existió y también se exterminó a gente de tribus indígenas por el caucho. En Brasil está el caso de aquellos tiempos en los que luchaba Chico Méndes, un dirigente sindical que defendía el bosque siringuero brasileño, yo tuve el gusto de haberlo conocido y de haber participado con él mostrando mi trabajo.
El pintor de los siringueros
Autor: Sergio Andreo - Fecha: 10/03/2010
Nacido en Pando, en la región amazónica boliviana, Eloy Añez es un artista que se inició en la pintura a través de su admiración a Picasso. Un cuarto de siglo después logra hacer realidad su sueño de mostrar fuera de su país la dureza de la labor de los trabajadores del tradicional oficio de su pueblo: los recolectores de caucho, una actividad que ha sufrido una gran decadencia, y lo hace en Barcelona, donde reside desde hace ocho años. Eloy Añez se define como un pintor autodidacta, que aprendió el arte leyendo libros que le llegaron desde Europa. También recuerda que su primera exposición tuvo la crítica de un historiador que lo acusaba de pintar cosas que no había visto, cosas europeas. “Me dolió mucho en ese momento, pero también me hizo reflexionar y entonces dije ‘¿por qué no hacer de lo local algo universal?’, y desde ese momento decidí mostrar el arte pandino en donde me encuentre, desde una visión alejada del arte típico y folclórico, pero sí de contenido social, artístico y cultural reivindicando la lucha, el esfuerzo, los sueños y las esperanzas del hombre amazónico, siringuero, castañero y de defensa de la naturaleza y de los indígenas de esa parte del territorio boliviano. Así surgió el tema del caucho en mis cuadros. Hago otro tipo de obras, pero esta me motiva más” nos comentó el artista, a modo de presentación, antes de inaugurar su muestra en la sede de Fedelatina.
¿Como se recolecta o produce el caucho?
Rayando o haciendo una incisión en el árbol de siringa que produce látex, la savia, y es esa savia la que se recolecta en un recipiente a la que luego se le hará un proceso de ahumado con leña verde para que coagule. Ese era el método tradicional, el que yo muestro en mi obra.
¿Cómo se muestra esto, o los siringueros, a través del óleo?
Los pongo en personajes, tal vez ausentes, pero que siempre están presentes: el mito y la leyenda. Por ejemplo tenemos la leyenda de la Madresiringa, que es una mujer que protege los árboles y le da producción al siringuero que se porta bien, pero al que se porta mal lo castiga. Está también el mito de la flor de patujú, la heliconia, una flor muy representativa del departamento de Pando. Hay una creencia de la gente que dice que la mujer que está embarazada no coge esta flor porque el bebé le saldría mujer. Una creencia machista, pero que tiene que ver con la incorporación del hijo varón a los procesos de producción del caucho. Entonces yo muestro esa parte, el esfuerzo, la labor de hacer la bolacha (esa masa de caucho en bruto, tal como se cuaja una vez extraído el látex), el rayado, el transporte, y lo muestro a mi estilo. No lo hago típicamente, lo que sería un hombre trabajando. Reivindico la tradicional recolección del caucho. Un oficio en extinción… Su auge estuvo en las primeras décadas del siglo XX, en 1902 la posesión del caucho llevó a dos pueblos hermanos, Bolivia y Brasil, a una contienda bélica, la Guerra del Acre. A mediados de ese siglo comenzó a bajar la producción de caucho y ya en 1984 no hubo más mercado en Bolivia porque dejó de ser natural y comenzó a producirlo el este asiático. Así fue que se produjo la emigración de la gente del campo a la ciudad, con sus consecuencias lógicas. Hoy en día, tras la caída del precio del caucho en el mercado internacional, sólo quedan las huellas de una época quimérica que significó mucho para los pueblos amazónicos de América del Sur.
En Brasil la producción del caucho tuvo formas de esclavitud ¿cómo fue en Bolivia?
Cuando se dio el auge del caucho pasó también en Bolivia, el siringuero nunca fue dueño de su propia producción. Produce para un patrón, para pagar una deuda que se convierte en interminable. La esclavitud existió y también se exterminó a gente de tribus indígenas por el caucho. En Brasil está el caso de aquellos tiempos en los que luchaba Chico Méndes, un dirigente sindical que defendía el bosque siringuero brasileño, yo tuve el gusto de haberlo conocido y de haber participado con él mostrando mi trabajo.
Mis felicitaciones por el gran trabajo en dar a conocer una propuesta en el arte, el pensamiento de la amazonia boliviana,el concepto de la Madre Siringa, mensaje de reinvindicacion, lucha denuncia y la preservasion de cultura y la naturaleza atravez de tus obra
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