Plegaria
a la Madresiringa
Madresiringa,
ven a mí
Deja
por un momento la selva
Y
dame inspiración…
Ven,
cruza montañas, mares y océanos
No
te preocupes del siringuero
Cuando
tu vuelvas
Él
estará ahí
Como
siempre
Y
donde siempre:
En
el rincón del olvido
De
quienes ostentan el poder
Y
se sirven de su voto.
Ven
a mí, Madresiringa,
Quiero
ser tu voz
Para
gritar tus sentimientos
Tus
rabias
Tus
anhelos
Y
tu resignación…
Pero
no por eso, debemos callar
Madresiringa, ven a mí
Con patujuces en las manos
Con
sicuris de collares
Con
tucanes y caimanes
Con
taitetú y tigre
Con
huasos y sereres.
(poema escrito en 2012)
(poema escrito en 2012)
Madresiringa o madre de la siringa, mujer mística de la selva, de los siringales (el árbol del caucho recibe el nombre de Siringa en el noroeste boliviano, donde se explotó hasta los años 80 por la caída de los precios de este producto en el mercado internacional).
Se dice que era una mujer bella, amazónica, que enamoraba a determinados siringueros, los hacía sus amantes y les proporcionaba mejor producción de caucho, caza y protección, con el compromiso de que éste cuidara la selva, no abusase de la naturaleza, ni del árbol del caucho por la avaricia de ganar mas dinero sobreexplotando su producción de látex.
El castigo que proporcionaba al amante avaricioso era el de la muerte, envolviéndolo completamente de látex, como una momia, sin ninguna excusa, era implacable.
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