lunes, 12 de agosto de 2013

LITERATURA PANDINA

En unos días más, se desarrollará en la ciudad de Cobija (Departamento de Pando, Bolivia), mas concretamente los días 16 y 17 de agosto de 2013, el 1er. Festival de la Castaña, uno de los productos de esa región amazónica bolivianas. El evento está siendo organizado por organizaciones socio-culturales y educativas de Pando, entre ellos, la Universidad Amazónica de Pando (UAP) e Ingenieríos  Forestales, siendo uno de los principales promotores, el señor Alejandro Otazo.
Aprovecho la oportunidad para publicar una narración de la poetisa y escritora pandina, Elsy Alpire.
La escritora y poetisa pandina, Elsy Alpire a la edad de 30 años (Foto Gentileza de la autora)

LEYENDA DE LA CASTAÑA
En los valles tropicales de la amazonia pandina boliviana, existió una pareja de genios misteriosos, que tenían la misión de poblar la zona con árboles de todo tipo, pero como no conocían el amor no encontraban la manera de cómo procrear sus hijos.
Un día, ambos se sentaron a la vera de un arroyo con aguas cristalinas donde pudieron observar la intimidad de los peces que riendo se acariciaban entre ellos. Eso hicieron bastante tiempo hasta descubrir que de una pareja nacían tiernos y pequeños pececillos que poco a poco y con el transcurrir del tiempo, se iban convirtiendo en robustos ejemplares.
Como no tenían qué hacer, comprobaron que la observación de los fenómenos les proporcionaba conocimientos que jamás imaginaban, por eso se instalaron en lo alto del barranco, en un punto donde se juntaban las aguas de dos ríos. Pasados los tiempos comprobaron que la unión de ambos multiplicaba sus caudales formando un río mucho mayor.
Observaron también el poder del viento que parecía buscar eternamente a quien poder acariciar, y así vieron que al encontrar la lluvia, juntándose con ella, pudieron crear la tempestad, fenómeno que hasta tenía una extraña voz con su mensaje inexplicable.
Ella tenía el pensamiento que de alguna manera simbolizaba la tierra, porque se sabía generosa, pródiga y con vida eterna.
-Yo también tengo mis cualidades, un día le dijo él. ¿Y qué representas tú en este mundo? Le preguntó. Soy el aire que respiras, que da aliento y fuerza a todas las cosas, y además – igual que tú – tengo vida eterna.
Meditaron juntos sobre el desafío que ambos tenían como misión: ¡Poblar la región! ¿Y qué podrían hacer para empezar? Siguieron meditando y observando, hasta que sintiendo el influjo del amor se tomaron de las manos y se fueron a soñar.
Al despertar, sabían que amándose podrían empezar a procrear y extender sus vidas. Se abrazaron, se acariciaron, se sinceraron y se fueron al más grande humedal del valle, llevando en sus corazones el calor de la esperanza.
Después de varios años dieron a luz a su primogénito, un arbolito que desde que nació se mostraba robusto y sonrosado, valiente y trabajador, reservado pero risueño, que tenía un hermoso color verde oscuro con reflejos dorados que brillaban como el sol.
¿Qué nombre le vamos a poner? Pregunta la mamá. Si nació de nuestras entrañas su nombre será Castaña.
Así, la castaña fue creciendo, se hacía mozuela mientras iban llegando sus hermanos: El Tajibo, la Mara, el Ochoó, Canelón, Isigo, Cedro, Palma Real, Siringa y muchas otras especies maderables que poco a poco fueron cundiendo la región hasta conformar en el bosque forestal.
Cuando los genios, de tan ancianos se convirtieron en arena, siguieron alimentando sus hijos que ya eran incontables, y existían muchas familias en el valle que dieron existencia y cumplimiento a la misión que habían traído.

Cobija, Julio/2013.
Elsy Alpire Vaca