Los Amantes
Este cuadro representa a la Madresiringa (la madre del caucho y protectora de la selva) y el siringuero (extractor del caucho)
Es el encuentro entre dos amantes en la selva.
Según la leyenda en la amazonía boliviana, la Madresiringa enamora al siringuero, convirtiéndolo en su amante, le proporciona buena producción de caucho, de alimentos, caza y pesca para tenerlo solamente suyo.
Sin embargo todo eso tiene un precio: Debe cumplir la condición de explotar de manera racional la siringa y proteger la naturaleza, si no cumple y se vuelve ambicioso, la Madresiringa lo asfixia cubriéndole con látex todo el cuerpo hasta causarle la muerte.
"La vigilia"
La vigilia (Óleos sobre tela 1989)
La Madresiringa vigila y protege al siringuero, tanto en el trabajo de rayado y recolección del látex como en su descanso nocturno.
Lo protege del jaguar (idu en lengua Yaminahua, pueblo amazónico de Perú, Brasil y Bolivia) y de la sicurí (anaconda), de las víboras y de todos los peligros de la selva, pero de quien no lo podía proteger era de la ambición del patrón y de los "habilitos" de mercancías, alcohol y tabaco.
El habilito era la manera que tenían el patrón o los comerciantes durante la era del caucho, de mantener siempre endeudado al siringuero, proporcionándole ropa, alimentos, alcohol y tabaco a precios altos y que cobraban como pago las "bolachas" que se producían en el siringal.
Las bolachas eran el resultado del ahumado del látex de caucho en forma redondeada para facilitar su transporte.
Al ahumado se lo llamaba también "defumación", que se realizaba mediante el humo producido por leña verde que el trabajador del caucho preparaba en un horno semi subterráneo llamado "buyón", parecido a un volcán, con un agujero por donde salía el humo que iba coagulando por temperatura el látex y formando la bolacha, cuyo peso llegaba a tener entre 70 a 80 kilos.
Centenares de "bolachas" apiladas en una barraca en la Era del Caucho"
Lugar donde el siringuero realizaba su labor de ahumado