martes, 28 de diciembre de 2010

HOMENAJE A MARIO VARGAS LLOSA, PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2010

Publicado 16/12/2010
Opinión
Premio Nobel a un tercermundista
Vargas Llosa, latinoamericano
Autor: José Caro

Nosotros somos conocidos como los tercermundistas ¿Quién nos habrá puesto ese mote?; ¿quién tuvo la fina delicadeza de autodenominarse pertenecer al Primer Mundo y señalarnos a muchos de nosotros como pertenecientes a continentes de poca valía?
Será seguramente esta clasificación, la que permitió dividir entre países civilizados y cultos y de los otros, como por ejemplo, dentro de esa primera categoría, podría ubicarse a un gran país como Alemania, que a lo largo de su gran historia, solamente asesinó a seis millones de judíos más otras razas inferiores, como los gitanos o los homosexuales, y a otras etnias diversas y hoy quiere expulsar a esos extranjeros que ocupan la fuerza laboral de su pueblo.
O será que ese inmenso y poderoso país - casi continente- como fue la ex URRS, que asesinó dentro de sus fronteras a tanta gente como la que murió a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, o la de la valiente y tan delicada Francia, que bajo su maravilloso Himno Nacional, colaboró cobardemente con el nazismo permitiendo que se cercara a su propio pueblo y hoy pretende recortar cada vez mas las conquistas sociales centenarias; o será tal vez el orgulloso Reino de España que otrora “colonizó y evangelizó” el Continente americano con la espada y la cruz, y que hoy tiene a casi cinco millones de personas desocupadas o desesperadas?, por no recordar a ese asesino de ideologías y personas, Francisco Franco, que durante más de 40 años tiranizó a su pueblo.

Cerca también, en Italia, cuna de la cultura universal, tal vez vislumbraron que con grandes ideologías que como legado podían diferenciarnos, como el fascismo y el populismo; por no mencionar a Inglaterra, imperio decadente que a través de sus piratas aún hoy ocupa Las Malvinas y el Peñón de Gibraltar y que pretende excluir a los no pudientes del acceso a la educación.
Tal vez la clasificación empezó por otros países de características más modernas e ingeniosas, como Holanda, pletórico exponente de una sociedad consumida por la droga y la prostitución libre, hoy dominada por la oleada musulmana que amordaza a su propia cultura. ¿O será por Noruega, donde a su bien educada población le encantan los brotes de antisemitismo? ¿O será Suecia tal vez, donde los judíos sufren atentados? ¿Habría que detenerse en Suiza, país inventor de la neutralidad; mientras sus poderosos bancos se enriquecían con el oro y los bienes robados del pueblo judío?
Tal vez esta búsqueda esté mal enfocada y debamos dirigirnos hacia América, que como decía la Doctrina Monroe, “América para los americanos“, cuya mala traducción tal vez debió ser para los norteamericanos.
En fin, habrá que volar hasta Sudáfrica, porque tal vez ese oasis entre la miseria, quiso distinguir experimentando entre el poder del hombre blanco y los otros. Es decir los negros viviendo en un sistema de semi esclavitud original y segregacionista: el apartheid. O debemos detener la mirada en la cultura milenaria de China, donde sólo casi 1.000 millones se han muerto siempre de hambre ya que el comunismo, -que salvó a los jerarcas-, a los demás los excluyó y que hoy han descubierto otra brillante idea: ser lo opuesto; para que vivan bien los nacionales que estén comprendidos dentro del 10% del total de la población.
La historia es cruel y confusa. Hace unos años, mientras la televisión en blanco y negro nos mostraba desde Africa a unos niños de Biafra desnutridos e hinchados, más unos pobladores del norte de nuestro Continente americano viviendo en la miseria absoluta; esa clasificación era la que nos merecíamos.
Llegó el color, los celulares y la globalización y allí descubrimos que comemos la misma carne que en otras latitudes y que el auto japonés que circula por nuestras calles es del mismo color que el que usa ese ciudadano europeo desconocido, o que en el avión hay gente que habla en otros idiomas, o peor aún que nuestro idioma se escucha en todos los aviones.
Hoy, no somos ya tercermundistas; estamos en la categoría de “países en vías de desarrollo”, que suena más elegante y promisorio, pero que nos equipara siempre a personas o países dentro de una escala menor. El mundo tiene memoria corta; se olvida que de nuestras entrañas floreció un Neruda, un Borges, un Benedetti, una Gabriela Mistral y otros tantos exponentes de nuestro Continente. A pesar de nuestra pobreza estructural le hemos dado al mundo infinidad de médicos, investigadores y otros profesionales, también extensamente premiados; pero es verdad que también tenemos y hemos tenido siempre corruptos, asesinos, populistas, delincuentes y que hoy exhibimos en un promedio el peor coeficiente intelectual con todos nuestros gobernantes; pero frente a lo expuesto, ¿quienes somos mejores? O perdimos la memoria hace 30 años cuando el gigante del mundo nos condenó a ser “el patio trasero de la humanidad”, o cuando los Chicago-Boys, esa mezcla de hippies y superdotados de Harvard, arrasaron con toda nuestra economía.
Somos tan buenos como tan malos; nos gusta el mate y el café, la carne y las frutas tropicales, las mujeres y la vida ligera, arreglar el mundo y querernos como hermanos. En fin, somos un compendio de buenas intenciones que por muchos motivos caemos y volvemos a levantarnos permanentemente, pero cuando las lluvias todo lo destrozan y el sol atroz quema nuestros campos y los gases en la atmósfera destruyen nuestro Continente y las epidemias nos comienzan a diezmar, allí podemos preguntarnos: ¿quién produjo esta catástrofe, nosotros, los simples subdesarrollados o los poderosos y destructivos países adelantados?
El reloj biológico corre para todos los humanos; tal vez algún día -con menos intereses creados- nos sentemos en una larga mesa para discutir cómo ayudaremos a los más desfavorecidos y como aprovecharemos todo aquello que compartido logrará un mundo mejor, sin tanta pobreza, sin tantos muertos y con un futuro que nos englobe a todos.
Hoy orgulloso camina por el mundo, un nuevo galardonado, se llama Mario Vargas Llosa, Latinoamericano.


(Tomado de la página digital AURORA (http://www.aurora-israel.co.il//art.php?id=33851)

1 comentario:

  1. Eloy, excelente publicación!!! La he leido en varios portales y me parece acertada la concepción del autor sobre la innoble clasificación que asignan a los países de Hispanoamérica, sin embargo el Premio Nobel "MARIO VARGAS LLOSA ha defendido esa injusticia con argumentos válidos que todos apoyamos. Gracias por compartir. Saludos cordiales. Elsy.

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